domingo, 9 de junio de 2013

Velvet Goldmine

A comienzos de la década del setenta, el mundo del rock se verá convulsionado por la irrupción del color, de la fantasía y de la provocación. Es así, como surgía el Glam Rock, un mundo lleno de rímel, lentejuelas, provocación, exhibicionismo, excesivo maquillaje, brillos, homosexualidad, bisexualidad, voyeurismo, frivolidad, fantasía, . . . Pero es bajo esta faceta de supuesta frivolidad, que el Glam puso en jaque, los valores sociales imperantes de comienzos de los setenta. 

La figura que encabezaba este movimiento, había nacido en Londres el 8 de enero de 1947 bajo el nombre de David Robert Jones; alcanzando popularidad como David Bowie, quien en su papel de Ziggy Stardust, llevaría al Glam Rock a su máxima expresión.

Velvet Goldmine es un film plagado de excesos, fantasía, colores estridentes, deseos y demuestra que no hacen falta grandes discursos, ni tragedias, ni conflictos, ni supuesta seriedad y reflexión, para que podamos mirarnos y analizar lo que pudimos llegar a ser y lo que (desgraciadamente) realmente somos como sociedad.

La película, cuenta la historia a través de Arthur Stuart (Bale), un reportero que investiga la carrera del cantante de Glam Rock, Brian Slade (Rhys Meyers), misteriosamente asesinado en uno de sus conciertos. Para ello, debe entrevistar a las personas que fueron parte de su vida en ese entonces: Curt Wild (McGregor), un amigo también cantante con el que colaboró en varios de sus discos, Mandy Slade (Colette), su ex esposa y Jerry Devine, su manager.

La diseñadora Sandy Powell fue la encargada de crear el vestuario de la película. Para sus personajes creo por ejemplo: 

Brian Slade, un camaleón de tendencias que transita del estilo mod al folk pasando por el punk para convertirse en estrella del Glam y más tarde en un renacido entertainer engominado de los 80. 

Para Curt Wild opta por un vestuario más sencillo, basado en pantalones de cuero y colores oscuros. Aunque en una parte de la película viste de terciopelo y brillos.

Mandy Slade, igual que su marido, va adaptándose a las tendencias más extremas de los años 70 y 80. Pero también vemos guiños a las grandes divas en algunos de sus conjuntos.

El resto de los personajes de la película ejemplifican la paleta de colores y telas más usadas a principios de la década de los 70. Desde las chaquetas de terciopelo y piel sintética a los jerseys de punto multicoloridos que compaginaban con sombreros foulards e incluso boas de plumas. Todo válido para expresar la etapa de mayor libertad creativa en el vestuario que lucían las distintas tribus musicales. Ese momento de indefinición o androginia dio pie a contribuciones incalculables tanto para el mundo de la moda como para el concepto escénico de los conciertos de rock -ya no volverían a ser lo mismo-. Todo un reto para cualquier diseñador que se atreviera a evocarlo. Sandy Powell lo afrontó con imaginación, elegancia e inteligencia, sin olvidar nunca que se trataba de retratar unas figuras cuya identidad venía plenamente determinada por su apariencia. El contenido era indiscutiblemente la forma, la magia artificial de los destellos de la purpurina.

Powell fue nominada al Oscar por esta película en 1999. Ese mismo año ella misma se derrotó al ganar por Shakespeare in Love, la gran favorita de la Academia de Hollywood. Sin embargo, la Academia Británica del Cine, de las dos opciones, decidió optar sabiamente porVelvet Goldmine que ganó el BAFTA al mejor vestuario.











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